viernes, 16 de septiembre de 2011

Partes del fuerte: Tipos de baluartes




Acabo de darme cuenta de que, a pesar de haber publicado ya once entradas sobre las diversas partes de los fuertes, no he mencionado para nada los distintos tipos de baluartes que podremos encontrarnos cuando los visitemos. Y que nadie piense que solo hay un tipo. No, no...nada de eso. Hay varios. Vamos a verlos...

BALUARTE LLENO

Es el más habitual de todos. Es, por decirlo de alguna forma, el baluarte convencional, o sea, un pentágono con su terraplén al mismo nivel que el del resto de la plaza. Los ingenieros militares de la época ponían buen cuidado en que la angulación entre caras y flancos permitiese cubrir el máximo de ángulos posibles, así como ofrecer al enemigo superficies que "escupiesen" con más facilidad los disparos de su artillería. Como vemos en el plano, las baterías de las caras cuentan con más bocas de fuego que los flancos. Ello es debido a que la artillería de las caras era la encargada de hacer frente en primera instancia al enemigo que se aproximaba poco a poco desde la línea de contravalación una vez establecido el cerco. Los flancos, por el contrario, estaban destinados a cubrir con su fuego los fosos, la zaga de las obras exteriores o a barrer con metralla cualquier intento de aproximación de tropas hacia la cortina. Este tipo de baluartes era complejo de minar por la enorme masa que había que volar llegado el caso. De ahí que se intentara abrir una brecha a cañonazos y, si eso no era posible por la resistencia de la muralla, entonces se optaba por la mina. Añadir que esta tipología coincide en la que se denomina baluarte unido, que es, como cabe suponer, el que, al igual que el del plano, tiene sus flancos y semigolas unidas a la cortina.

BALUARTE VACÍO

Mientras que esta morfología es habitual en los revellines, en los baluartes es bastante más rara de ver. Los baluartes vacíos no se hacían por capricho sino, simplemente, porque al cavar los fosos no se sacaba la suficiente cantidad de tierra para rellenarlos. Por ello, se optaba por dejar la zona central vacía, aprovechando su interior para la instalación de almacenes, cuarteles para la guarnición del baluarte o pañoles de munición.
Como vemos representado en el plano, en el hueco se ha edificado un recinto al que se accede mediante una rampa. Caso de ser un pañol, debería tener la bóveda a prueba de bomba ya que, si caía una sobre él, podría volar todo el baluarte. Por otro lado, este tipo era más factible de minar al tener mucha menos masa que el anterior. Si la mina explotaba justo donde comienza de la zona hueca, sería el primer paso para abrir una brecha. Por esa razón se solía tener mucha precaución a la hora de dar a conocer los entresijos de los fuertes. El enemigo no podía ver si un baluarte era lleno o vacío, ya que esa información le facilitaría mucho las cosas. De ahí que no se soliese siquiera permitir la entrada a estas fortificaciones a todo aquel que no formara parte de su guarnición o fuera un oficial del ejército regular.

BALUARTE SEPARADO

La particularidad de este tipo es que estaba separado del resto de la plaza por un pequeño foso, como vemos en el plano. Esto no era nada nuevo, ya que en muchos castillos medievales se pueden ver determinadas zonas aisladas del resto mediante fosos más o menos profundos. En este caso, el foso actuaría como cortadura, caso de verse invadido durante un asalto. Bastaba retirar la pasarela y, aprovechando la cortadura real que podría disponer a base de fajinas, empalizadas, etc., contener al enemigo. Y si el ataque provenía desde otra zona por haberse abierto la brecha en otro baluarte, el foso permitía a la guarnición resistir a los atacantes, volver los cañones y rechazarlos. Aparte de en este caso, no es raro ver en determinadas zonas de los fuertes fosos distribuidos con el mismo fin.

BALUARTE DOBLE

El baluarte doble era, como su propio nombre indica, un baluarte con una batería superior. Su fin era el mismo que cuando mencioné las baterías altas: dar a las bocas de fuego instaladas en las mismas mayor alcance y visibilidad en baluartes que, por la orografía del terreno circundante, podían permitir al enemigo asentarse en zonas fuera del ángulo de tiro de las piezas de la batería inferior. Este tipo de baluarte lo veremos casi siempre en plazas fuertes o plazas de guerra que, al ser mucho más extensas que un fuerte normal, a veces se tenían que ceñir a la orografía del terreno porque no les quedaba otra, mientras que para la edificación de fuertes siempre se tenía opción a elegir la posición más ventajosa, de forma que este tipo de baluarte no solía ser necesario. Como vemos en el plano, las caras y flancos de la batería superior son paralelas a las del baluarte principal, formando así un recinto idéntico, pero a pequeña escala. Sobre su terraplén se han instalado bocas de fuego que apuntan hacia la campaña, si bien, naturalmente podían emplazarse en los flancos si se estimaba oportuno. Su acceso, como suele ser habitual, es mediante una rampa.

BALUARTE DESTACADO

Este es también más propio de plazas fuertes. Imaginemos que en una determinada zona en el exterior de la misma hay una pequeña loma desde la que se puede dominar la plaza. Para ello, como si de una enorme torre albarrana se tratase, se edificaban estos baluartes, unidos a la plaza mediante un camino elevado. Caso de no hacerlo así, habría que elevar la altura de la muralla hasta superar la de la loma, perjudicando además el resto de la morfología de toda la fortificación. Por otro lado, podía encarecer mucho las obras, así que era más viable construir un baluarte sobre esa hipotética loma y unirlo a la plaza. De ese modo, además, se podría batir al enemigo por la zaga si intentaba una aproximación por ese sector. Algo similar, pero de proporciones mayores, podemos ver en la plaza fuerte de Valença do Minho, de cuyo cuerpo principal emerge otro, de menores dimensiones, unidos por un puente. En el Google Earth se ve estupendamente. Échenle un vistazo, porque es flipante.

BALUARTE PLANO

Este tipo, como vemos en el plano, no tiene los flancos en ángulo hacia dentro, sino que quedan perpendiculares a la cortina. Solían construirse cuando la distancia entre dos baluartes era demasiado grande, permitiendo así cubrir la cortina desde el centro de la misma y, con la artillería emplazada en sus caras, cruzar fuegos con las de los baluartes vecinos. La de los flancos estaría destinada, como es habitual, a batir los fosos. Era importante, a la hora de construirlos, que no sobresalieran tanto de la cortina que entorpeciese el tiro entre los baluartes principales, por lo que solían ser más pequeños. De ese modo, los dos tramos de cortina entre el baluarte plano y los baluartes principales podían ser cubiertos con revellines y, si era necesario, con una tenaza detrás de los mismos. Caso de que la cortina en cuestión no estuviese en un sitio especialmente comprometido en la defensa de la plaza, en vez de baluartes planos se optaba por los dientes de sierra, unos reductos de morfología similar, pero de menores dimensiones y, como es obvio, con menos potencia de fuego.

BALUARTE CORTADO

Tranquilos, con este termino. El baluarte cortado era, como su nombre indica, el que iba provisto de cortaduras a fin de establecer una segunda línea defensiva en caso de que el enemigo abriese una brecha. El que muestro en el plano lleva una cortadura longitudinal al recinto, pero también valdría el ejemplo puesto en la entrada anterior referente a las cortaduras como obras de conveniencia, o sea, cerrando la gola. Con todo, y como ya comenté en esa entrada, lo más habitual era que dichas cortaduras fuesen fabricadas con materiales de circunstancias. Hay que tener en cuenta que, igual que servían para parapetarse los defensores, llegado el caso también podían servir para hacer lo propio los atacantes. De ahí que, cuando eran de obra, solían construirlas con materiales menos resistentes, a fin de poder destruirlas a cañonazos en caso de ser ocupadas por el enemigo.

Bueno, eso es lo que hay. Como se ve, a la hora de construir una fortificación pirobalística, los ingenieros de la época contaban con infinidad de recursos para ponerlo muy difícil, cuando no casi imposible, al enemigo. Pero la palabra "imposible" es inútil aplicarla al hombre, y más cuando se trata de destruir al adversario. A pesar de las ingentes sumas de dinero que se invirtió en este tipo de fortificaciones, su vida operativa fue en realidad muchísimo más corta que la de los castillos medievales. Desde el surgimiento de la traza italiana en el siglo XVI hasta caer en la obsolescencia a finales del XIX, apenas pasaron 300 años para que ya no sirvieran absolutamente para nada. La cada vez más poderosa artillería dejó patente que era mejor invertir en adiestrar tropas y comprar buenos cañones antes que enterrar el dinero en estas majestuosas fortificaciones que, ya lo advirtió Maquiavelo en los comienzos de este tipo de traza, no hay nada que se resista a la artillería. Cualquier fortificación, por poderosa que sea, por muchas defensas con que contase, e incluso por muy bien artillada que estuviera, si el enemigo disponía de los medios necesarios, acabaría aniquilándola. Los gabachos (Dios maldiga al enano corso) pudieron comprobarlo en los comienzos de la Gran Guerra cuando, confiados en la tupida red de fortificaciones que en apariencia los defendían de una acometida tedesca, vieron como la artillería pesada del ejército imperial los machacó de forma inmisericorde para, a continuación, ser dejados de lado por la infantería sin que las guarniciones de los fuertes pudieran impedirlo.

Bueno, ya'tá.

Hale, he dicho



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