lunes, 5 de marzo de 2012

Curiosidades: Los altos de la catedral de Sevilla, 2ª parte




Da morbillo tener al alcance de la mano esas gárgolas de aspecto terrorífico, ¿no? Siempre las vemos tan altas, tan inalcanzables, e incluso muchas veces ni siquiera distinguimos con claridad qué representan. Bueno, proseguimos con la visita...

En la foto inferior tenemos un detalle del rosetón que vimos ayer a lo lejos, en el crucero, y que representa la Resurrección de Cristo. Todas las vidrieras están protegidas por fuera con una malla metálica para prevenir roturas producidas por la abundosa volatería hispalense, especialmente las palomas, bichos dañinos donde los hubiere. Obsérvense las ménsulas vacías a ambos lados del rosetón, que quizás albergaron alguna vez imágenes o, quizás, jamás se llegaron a colocar. En todo caso, no deja de asombrar la filigrana pétrea que contiene la vidriera, y más aún el trabajo que debió suponer tallarla a semejante altura. Al parecer, la piedra se colocaba en basto y, posteriormente, se tallaba. Trabajar a semejante altura en los andamios de la época debía ser algo heróico, ciertamente.





También son muy abundantes los grafittis que, a lo largo del tiempo, han ido grabando los currantes que, en diversas épocas, tuvieron que llevar a cabo obras de mantenimiento, etc. Uno de ellos, como se ve en las fotos, data del siglo XVII, y los hay aún más antiguos. Añadir que en la bola de bronce que sustenta el giraldillo también hay varios de ellos. Tuve ocasión de verlos cuando se bajó el original por última vez para una restauración, tras la cual estuvo expuesto algún tiempo en las antiguas atarazanas. La copia que se usó mientras tanto se puede ver ante la Puerta del Príncipe, la cual permenece siempre cerrada y solo se abre para el rey de España.




En esa otra foto vemos las bóvedas del Sagrario de la catedral, templo anejo a la misma y usado como parroquia. Fijaos en las vasijas que se alinean entre las bóvedas, extraídas de las mismas durante la restauración que se estaba llevando a cabo en aquel momento. Esas vasijas procedían de las piezas defectuosas de los alfares de Triana, y se usaban como relleno para nivelar las azoteas. De esa forma se ahorraba peso sobre las bóvedas. Sin embargo, según me comentó el arqueólogo que ejercía de guía, se han efectuado pruebas de la resistencia estructural de dichas bóvedas y decía que podían soportar sin problema un relleno a base de hormigón. Los que las construyeron desconocían la enorme resistencia de las mismas, por lo que optaban por rellenar con algo más ligero. De hecho, superan al parecer en 5 puntos los niveles de resistencia de un entresuelo de un edificio moderno que, como todos sabemos, están fabricados con bovedillas de hormigón pretensado cubiertas a su vez de una gruesa capa de hormigón con una forja de hierro por dentro.




Esa otra imagen corresponde a la zona de las bóvedas de la nave central. Muestra una espadaña sobre la cual hay un reloj de sol. Cabe suponer que en su día tendría una campana con la que marcar las horas aunque imagino que la campana se podría tocar desde abajo, y que la hora la miraban en cualquier otro reloj. Lo que no sé es qué pinta ese que aparece en la espadaña. ¿Quizás para los currantes que en su día trabajaban en esa zona y saber la hora del bocata?




Esa es la bóveda de la Capilla Real, regio mausoleo en cuya cripta reposan los restos del vesánico rey don Pedro I, de su mujer María de Padilla y del infante don Fadrique entre otros. En la fastuosa capilla están los mausoleos del rey don Alfonso X y de su madre, Beatriz de Suabia y, ante el altar mayor, el sarcófago de plata que contiene los restos del conquistador de Sevilla: Fernando III.





Y, en realidad, algunas partes del edificio están inconclusas. Obsérvese la zona marcada con un óvalo. Ese machihembrado de sillería está destinado a dar sustento a un arco que nunca se construyó. Hay varios así en las partes de las puertas (tiene cinco en total).





Bueno, con esa foto de la copia del Giraldillo concluyo. No es fácil concertar una visita a los altos de la catedral. Sólo se puede hacer por grupos y previa solicitud, así que los visitantes de paso se tendrán que conformar con estas fotos pero bueno, menos da una piedra. En lo que a mi respecta solo me resta cumplir mi sueño dorado: subir al último cuerpo de la Giralda, unos 30 metros por encima del cuerpo de campanas que es hasta donde la visita normal permite ascender. Hay que tocar algunos hilos para ese privilegio, pero estoy en ello. En fin, todo se andará...

Hale, he dicho...