miércoles, 29 de enero de 2014

Gladiadores IV. Cazadores y bestiarios



Dos VENATORES se enfrentan a un tigre armados con sendos venablos. Los tigres, por su dificultar a la hora de
cazarlos, fueron siempre los animales más apreciados en las VENATIONES


Los LVDI GLADIATORI eran, junto con las carreras de cuadrigas y bigas, los espectáculos que más atracción ejercían sobre la plebe. Al igual que pasa actualmente con el balompié, era un auténtico opio popular para aplacar las iras del personal cuando subía el precio del trigo o los impuestos. PANEM ET CIRCENSES, ya saben vuecedes... Pero los juegos de gladiadores no solo consistían en combates entre parejas de estos sino que, para mayor divertimento del público, se llevaban a cabo peleas entre fieras y cacerías de las mismas a manos de los VENATORES y los BESTIARIILas cacerías de fieras o VENATIONES no formaban en sí mismas parte de los LVDI GLADIATORI. Digamos que eran un espectáculo complementario en el que, además de estas cacerías, se aprovechaba además para ejecutar a los reos de muerte que eran condenados a morir en la arena a manos de las fieras. 

La VENATIO era el espectáculo matinal con el que se abrían los juegos, generalmente al alba, apareciendo en primer lugar una muestra de animales exóticos y raros especialmente adiestrados para divertimento del público. Aunque, como se ha dicho, eran un complemento de los MVNERA (combates), a finales de la República hubo ocasiones en que se organizaron VENATIONES que duraban una jornada entera o incluso varios días en los que se daba muerte a centenares o miles de animales salvajes. Para ello, los anfiteatros se quedaban pequeños por lo que se podían celebrar incluso en los circos (donde se organizaban las carreras de carros) y hasta en los foros, previamente acondicionados con barreras y arena en el suelo.

Los organizadores de los juegos ponían especial empeño en llevar a los mismos los bichos más raros que se pudieran encontrar a costa, eso sí, de pagar por ellos verdaderas fortunas. César, por poner un ejemplo, llegó a ofrecer en una VENATIO una jirafa, animal jamás visto por los romanos y que, como podemos imaginar, resultó fascinante al personal asistente a los juegos. Así pues, tras la muestra inicial comenzaba la VENATIO propiamente dicha y en la que salían a la arena todo tipo de fieras peligrosas que, por razones obvias, le daban más interés al espectáculo: leones, leopardos, hienas, osos, lobos e incluso toros y elefantes los cuales, antes de ser cazados, se encargaban de dar una muerte nada agradable a los condenados que eran arrojados contra estos animalitos tan feroces. En el mosaico de la imagen superior podemos verlo en toda su crudeza: dos reos atados a sendos carros son devorados por dos leopardos que son hostigados por sendos BESTIARII provistos de látigos y venablos.

Hasta el siglo I a.C. parece ser que los VENATORES eran gladiadores como los demás los cuales hacían de cazadores independientemente de que luego luchasen entre ellos. Se ha llegado a esa conclusión en base a los mosaicos y relieves datados hasta esa época, en los que se pueden ver VENATORES fuertemente armados con el equipo propio de un gladiador mientras que los de épocas posteriores van equipados de una forma totalmente diferente y con menos armamento defensivo. A la izquierda podemos ver un relieve datado hacia finales del siglo I a.C. que muestra dos VENATORES provistos de yelmos y escudos, y en algunos casos aparecen incluso con lorigas de escamas. 

En todo caso, lo que sí parece seguro es que a partir del siglo II d.C. los VENATORES y los BESTIARII pertenecían a un escalafón inferior dentro de la FAMILIA GLADIATORIA, o sea, eran considerados como gladiadores de segunda clase y, según algunos estudiosos, ni siquiera podrían ser considerados como tales. El armamento defensivo disminuye de forma notable y, obviamente, quedan más expuestos a los ataques de las fieras. Según se aprecia en multitud de representaciones gráficas, sobre el cuerpo llevaban una simple túnica con una amplia abertura para la cabeza que les permitía, si era su deseo, sacar un brazo por la misma para, quedando un hombro al aire, tener más movilidad si bien no había una uniformidad reglamentaria ya que también se les puede ver con túnicas de mangas largas e incluso con pequeñas protecciones metálicas en el pecho y la espalda, así como con ropas ricamente decoradas con motivos de animales. Las piernas las llevaban protegidas por unas vendas de lana que les solían llegar hasta las rodillas, mientras el brazo izquierdo se cubría con una MANICA de lana o cuero que podía ir provista de un disco a la altura del hombro para cubrir el pecho. Al carecer de escudos, esta MANICA era ofrecida a las fauces de la fiera como hacen hoy día los adiestradores de perros para, de esa forma, mientras el animal intentaba hacer presa en el antebrazo, el VENATOR le clavaba su arma tal como aparece en la imagen superior. El armamento habitual consistía en gladios, venablos y una especie de machete curvo de un solo filo. También se usaban lanzas cuya moharra tenía forma de media luna para desjarretar a las presas.

TAURARII dando muerte a un toro
El ingenio de los organizadores de las VENATIONES llegaba a límites increíbles con tal de ofrecer al público las formas más variopintas de luchas entre fieras combinadas con la cacería en sí, habiendo incluso VENATORES que se especializaban en cazar aupados en el lomo de una de las fieras, o haciendo malabarismos y quiebros ante ellas, y algunos incluso eran capaces de matar sin armas. Hombres increíblemente forzudos que podían acabar con un oso estrangulándolo o con un león metiéndole una mano por la boca hasta la garganta mientras que con la otra les tiraban de la lengua hasta ahogarlos. Según las instalaciones del anfiteatro se podía hacer aparecer en la arena a leones o tigres desde el subsuelo mediante ascensores instalados en la FOSSA BESTIARIA, pero una de las cosas que más llamaban la atención del público eran las tauromaquias en las que los SVCCVRSORES se encargaban de enfurecer al toro con antorchas y aguijones, tras lo cual aparecía en escena el TAVRARII, el cual se enfrentaba con la fiera con una lanza esperando su acometida a pie firme. Se ignora si el público le gritaba eso de ¡olé! y si le tiraban puros y sombreros tras dar muerte al bicho.

En cuanto a los BESTIARII, se puede decir que eran lo más bajo del escalafón gladiatorio y actuaban como asistentes de los VENATORES. De hecho, en muchos casos se trataban de condenados que eran obligados a enfrentarse a las fieras armados con lo mínimo: un simple látigo. Para defenderse usaban, tal como vemos en el mosaico de la derecha, una manga acolchada y, a veces, una antorcha para ahuyentarlos. En caso de que el animal se amilanase o se negase a salir de su jaula actuaba el MAGISTRI, un empleado del anfiteatro cuya misión era hostigar a las fieras remisas a luchar usando puñados de paja ardiendo. Estos currantes, desprovistos de armas, eran en más de una ocasión víctimas del animal al que pretendían estimular, así que no debía ser un oficio muy demandado. El gasto que suponía la búsqueda, caza y transporte de fieras a Roma alcanzó cifras astronómicas. Según Suetonio, en el Coliseo se llegaron a liquidar 5.000 fieras en un solo día y, en algunos casos, se llegó incluso a propiciar la extinción de algunas especies, como la de una variedad de elefante que habitaba en el norte de África, o la desaparición de otras en determinadas zonas. Solo durante el reinado de Augusto se dieron muerte a más de 3.500 animales, entre ellos a 400 tigres, 260 leones y 600 panteras. 

En fin, estos eran los protagonistas del LVDVS MATVTINVS, los juegos matutinos, que servían para que el personal pasara el rato mientras llegaba la tarde, que era cuando daban comienzo las luchas entre gladiadores que enloquecían al público en una orgía de sangre. Por cierto que los VENATORES podían ser combatientes forzosos, como el caso de delincuentes o prisioneros de guerra, o bien actuar de forma voluntaria a cambio de un estipendio. De hecho, hubo incluso VENATORES que se especializaron en los juegos que se llevaban a cabo en honor a algún difunto, y ganaban sus buenos dineros. En cuando a los forzados, podían ganar la libertad igual que los demás gladiadores si lograban la fama y el público la pedía para ellos. Una ventaja sí que tenían sobre los gladiadores convencionales y es que, en caso de ser malheridos por una fiera, el público no tenía la opción de pedir su muerte. O sea, que si salía indemne de la VENATIO, pues estupendo, y si era herido lo retiraban de la arena y, en el peor de los casos, entregaría la cuchara en una dependencia de la FOSSA BESTIARIA, pero sin tener que escuchar al público aullar ¡IVGVLA! y, encima, tener que ofrecer el cuello a su enemigo y diñarla como si le importara una higa.

Bueno, ya está.

Hale, he dicho

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