martes, 15 de abril de 2014

Los últimos legionarios. El armamento




Bueno, prosigamos con el tema legionario. He creído conveniente, ya que es un tema asaz extenso, ir completándolo con más entradas a fin de poder detallar mejor cada uno de sus pormenores ya que, como se pudo entrever en la entrada anterior, el ejército romano tras las reformas llevada a cabo por Diocleciano y Constantino no tuvo ya nada que ver con el que todos solemos imaginar, o sea, el ejército bajo-imperial. Así pues, hoy hablaremos del armamento.

Como ya sabemos, los romanos tenían la costumbre de adoptar las armas de otros pueblos en el momento en que veían que podían sacarles partido. De hecho, podíamos decir que solo el enorme SCVTVM, el PILVM y la LORICÆ SEGMENTATA eran creaciones genuinas de ellos, siendo el resto de su panoplia armas prestadas de otras culturas. Está de más decir que dicha costumbre siguió vigente hasta el final del imperio y más, como pudimos ver en la entrada anterior, cuando se permitió el acceso al ejército de todos los pueblos del orbe romano, considerados como iguales tras las reformas de Diocleciano. Veamos pues los cambios que se fueron realizando a medida que el tiempo avanzaba y el imperio se iba yendo al garete sin prisa pero sin pausa...

EL YELMO

Las típicas GALEÆ gálico-imperiales e itálico-imperiales permanecieron en uso hacia el siglo III. Estos yelmos, cada vez más elaborados y complejos, fueron eliminados de la panoplia militar romana a pesar de su probada eficacia. Quizás fuera su complejo proceso de manufactura, así como la cada vez más desidiosa maquinaria estatal la que obligó al ejército a dejar de lado tan magnífico yelmo por otros mucho más básicos. El último ejemplar de este tipo del que se tiene noticia es una GALEA de bronce hallada en Nieder-Mörlen, en Alemania, y posiblemente perteneció a algún miembro de la XXX LEGIO VLPIA VICTRIX, creada por Trajano en 105 y que permaneció guardando la frontera del Rin hasta el siglo V. En la ilustración superior podemos ver una reconstrucción del este soberbio ejemplar el cual, como podemos ver, va provisto de una enorme ala trasera para proteger tanto la nuca como los hombros de su usuario.

Sin embargo, y como ya he comentado, estos yelmos tan sofisticados fueron pasando a la historia básicamente por dos motivos. Uno, porque las fábricas estatales se habían expandido por todo el imperio y, debido a ello, cada una fue adoptado el tipo de yelmo que se adaptaba más al estilo de cada zona. Recordemos que en la época que nos ocupa, un germano o un sármata usarían un yelmo acorde a la panoplia habitual de su  pueblo. Y por otro, que al ser destinada una unidad a otra región del imperio, sus componentes los comprarían, bien a nivel local, bien en alguna fábrica estatal si es que algunas de las 35 repartidas por el imperio les pillaba razonablemente cerca, por lo que el concepto de yelmo reglamentario uniforme en todo el ejército pasó a ser historia. Además, se unificaron las tipologías de forma que infantería y caballería usaban el mismo casco y no como antaño, que cada cuerpo usaba un modelo reglamentario propio.

Por esta serie de motivos, el tipo de yelmo que se fue imponiendo durante el siglo III fue el que vemos a la izquierda, una tipología de spangenhelm. El ejemplar en concreto se encontró en Der el-Medineh y, como vemos, no tiene nada que ver con las añejas GALEÆ. El capacete estaba fabricado en seis partes unidas con otras tantas mediante remaches tomando una forma cónica que, en este caso, era más adecuada para escupir los tajos de espadas descargados de arriba abajo. Sin embargo, la desaparición de la amplia ala trasera dejó los hombros totalmente desprotegidos: un tajo dirigido al lateral de la cabeza acababa aterrizando irremediablemente en  el cuello o en su unión con el hombro. Sus amplias carrilleras cubrían totalmente las orejas, lo que obviamente restaba bastante capacidad auditiva y, finalmente, la barra nasal que tanta profusión alcanzó durante la baja y la alta edad media no era en sí más que un sustituto barato de la visera de la GALEA, mucho más adecuada para detener un tajo dirigido a la parte frontal de rostro. Aparte de esta serie de detalles que denotan una merma en la protección de a la cabeza, la calidad del yelmo es bastante inferior a la de los modelos reglamentarios de antaño y, además, estaba condicionada al poder adquisitivo del usuario. 


En la imagen superior tenemos otras tres tipologías habituales de este período. A la izquierda es similar al anterior, pero con el capacete más redondeado y va coronado por una cresta o arista como refuerzo. Es una tipología de influencia sármata cuya manufactura, al igual que en en el caso anterior, es bastante burda comparada con las GALEÆ bajo imperiales. En este caso, ni las carrilleras ni el cubrenucas, que también es móvil, van provistos de bisagras sino que se sustentan mediante tiras de cuero internas. El tipo del centro es un modelo muy básico denominado "de cresta" por la pequeña pieza que une las dos mitades de que se compone el capacete. Sus carrilleras, de pequeño tamaño, van provistas de aberturas para las orejas y el cubrenucas, en este caso, ha sido reducido a la mínima expresión. Esta tipología apareció en el siglo IV y, al parecer, era la más habitual en las fábricas estatales por su simplicidad de diseño. Por último, tenemos  otro tipo spangenhelm que, en este caso, lleva como cubrenucas un pequeño paño de malla. En todas estas tipologías, el nivel de acabado iba en consonancia con el poder adquisitivo del comprador.

Para terminar con las prendas de cabeza, falta mencionar el gorro panonio que tanta popularidad ganó entre las tropas de la época. Se trataba de un gorro cilíndrico de piel, con o sin pelos, el cual usaban en todo momento salvo a la hora de combatir. Como decía Vegecio, lo usaban para no tener que sentir constantemente el peso del yelmo en la cabeza, lo de es una clara señal de que el espíritu de sacrificio que había convertido al legionario en una máquina se había diluido como por ensalmo. La ilustración de la derecha nos muestra claramente su morfología. En este caso, la reconstrucción procede de un mosaico que representa una escena de caza.

EL ESCUDO

Los grandes y pesados escudos de los legionarios también cayeron en el olvido, básicamente por convertirse en un elemento obsoleto de cara a las nuevas formas de combatir. Hay muchas teorías que pretenden justificar este cambio pero, básicamente, colijo que la principal fue que el PEDES de la época, al combatir en un orden más abierto, necesitaba un escudo que le facilitara ese tipo de combate ya que el SCVTVM tradicional era válido solo para combates muy cerrados. De aquellos grandes rectángulos combados que protegían casi enteramente el cuerpo del combatiente se pasó a un escudo oval, más pequeño y ligero y con apenas curvatura o completamente plano. El escudo oval medía entre 90 y 110 cm. de largo por su eje mayor y su fabricación era más simple. Se unían listones de madera de 1 cm. de espesor, tras lo cual se forraba de cuero. El típico borde de bronce de antaño fue sustituido por una tira de cuero crudo de forma que, al secarse, se contrajera a fin de hacer más sólida la pieza. El sistema de agarre era el de siempre: una manija tras un umbo central de hierro o bronce y, como se explicó en la entrada dedicada a los dardos plomados, en su reverso iban cinco de estos proyectiles. En la ilustración superior podemos ver un escudo por el anverso, el reverso y de perfil antes de ser forrado de cuero. En el centro vemos el reverso con la manija y los cinco MARTIOBARBVLI dispuestos para su uso. Otra particularidad de este nuevo tipo de escudo radicaba en los dibujos identificativos de cada unidad.


Como vemos, adoptaron una simbología totalmente nueva. Cada unidad tenía su diseño propio, que en este caso serían los de los OCIANANI, MATTIACI,ASCARII, CORNVTI, CELTÆ y PETVLANTES.  Esta costumbre también influyó de forma significativa en la pérdida de la uniformidad ya que, tras una batalla, todos los que habían quedado con el escudo dañado no tenían posibilidad de reponerlo ya que el estado, como ya sabemos, había optado por dar subsidios al personal y que cada cual se buscara la vida. Así pues, no les quedaba otra que recuperar los que quedaban en el campo de batalla, que bien podían ser de unidades diferentes, y limitarse a pintarlos con el color más significativo de su unidad y dejar los detalles para cuando pudiera o encontrara a alguien que supiera hacerlo con propiedad. Así, por ejemplo, un ASCARII optaría por pintarlo de rojo omitiendo el jabalí hasta dar con algún artista que se lo pintara.

LA ESPADA Y EL PUÑAL

El gladio también pasó a formar parte de la gloriosa historia junto a los legionarios que los blandieron. El arma que lo sustituyó fue la SPATHA de origen celta que ya usaba la caballería desde tiempos de la República. La SPATHA, estaba provista de una hoja más larga, de entre 60 y 85 cm. Su forma era recta, de doble filo y sección lenticular, adecuada para golpear de filo así como para clavar sobre enemigos protegidos.  Al igual que el gladio, iba suspendida mediante un tahalí si bien se varió su posición: mientras el legionario la llevaba en el costado derecho, los PEDES la cambiaron a su lugar natural, el costado izquierdo. El motivo de este cambio no era otro que el mismo que obligó a cambiar de escudo: la infantería ya no buscaba el contacto cerrado para apuñalar con sus gladios al enemigo y, además, la SPATHA era más eficaz para descargar tajos sobre los cráneos de los enemigos. En cuanto al PVGIO, también acabó desapareciendo. Fue sustituido a nivel particular por cualquier tipo de cuchillo adquirido en los mercados locales. Pero no cuchillos de impronta militar, sino los típicos "todo uso" que igual valían para degollar a un enemigo que para cortar el pan para preparar el bocata de antes de la batalla. 

LAS ARMAS ARROJADIZAS

Moharras barbadas de angón
Aparte de los MARTIOBARBVLI, de los que se habló largo y tendido en una entrada anterior y cuya lectura recomiendo a todos aquellos que no la hayan leído, el PILVM que tantas victorias dio a las legiones fue sustituido por otro tipo de lanzas. Como jabalina ligera se adoptó la VERVTA, una lanza corta, de alrededor de 180 cm. que, según parece, no era más que una copia del angón germano, del cual también se habló en una entrada y que estuvo en uso hasta al menos el siglo XIII. Además, se adoptó un tipo de lanza más pesada para clavar, la HASTA. Estas lanzas, que en realidad ya estaban en uso en manos de los HASTATI, fue sustituida por el PILVM para, al cabo de 300 años, volver a ser usada por la infantería de la época. 

Las HASTÆ eran unas armas provistas de una asta de alrededor de dos metros, rematadas con una moharra, como tantas otras cosas, acorde al gusto de sus usuarios. Así, igual se veían unidades nutridas por germanos con HASTÆ armadas con moharras con forma de lengua de carpa como las que vemos en la imagen de la derecha. Aunque podían ser lanzadas en los instantes previos al contacto, su verdadera misión era mantener al enemigo a distancia y lancearlo bonitamente sin tener que llegar al cuerpo a cuerpo.

Como sustituto del PILVM, según Vegecio se tomó el SPICVLVM, una lanza provista de un largo hierro rematado en una pequeña punta, posiblemente en forma de hoja de laurel y barbada.  Cabe suponer que las razones del cambio eran simplemente de tipo logístico y económico. El PILVM era una lanza cara, cuya fabricación requería de varios pasos que retardaban y encarecían su terminación. Sin embargo, el SPICVLVM era, como vemos en la foto, un arma de características similares pero más simple: un largo hierro en cuyo extremo hay un cubo en enmangue para acoplar el asta y una punta en el otro extremo con un poder de penetración similar al del centenario PILVM.

LAS ARMAS DE LANZAMIENTO

Reconstrucción de una ARCVBALISTÆ
Como ya adelanté en la entrada anterior, los SAGITARII o arqueros dejaron de formar unidades aparte para quedar integrados en la suya propia e intervenir con el arco si era requerido para ello. El arco usado por los últimos legionarios de Roma era el típico arco compuesto del que ya hablamos en una entrada reciente, así que basta echarle un vistazo para ponerse al día sobre ese tema. Pero no solo disponían de arcos sino también de ballestas. Aunque por norma se considera que estas armas hicieron acto de presencia en Europa en la Edad Media, al parecer los romanos ya las usaban en las postrimerías del Imperio. Según señala Amiano, las unidades de infantería disponían de ARCVBALISTÆ, ballestas manejadas por los BALISTARII, hombres especialmente diestros en el manejo de estas armas del mismo modo que los SAGITARII  lo eran con el arco. Las ARCVBALISTÆ no eran al parecer usadas en batalla, sino para hostigar al enemigo durante las escaramuzas y en el Strategikon, obra datada en el siglo VI, se especifica que estas armas eran capaces de lanzar flechas a grandes distancias. Con todo, no hay constancia de que dispusieran de algún mecanismo de recarga, por lo que cabe suponer que su potencia sería similar a la de una ballesta de estribo medieval.

Bueno, creo que no olvido nada. Lo tocante al armamento defensivo corporal lo dejaré para la entrada próxima, en la que hablaremos de la indumentaria, porque tengo un dolor de cabeza suntuario y paso de escribir más, qué carajo.

Hale, he dicho...


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