miércoles, 15 de enero de 2014

Las picadoras de carne, 2ª parte. Las casamatas






En los comentarios vertidos por algunos lectores en la entrada anterior sobre este hilo pude observar que no les quedó claro algún que otro detalle concerniente a las posiciones de ametralladoras o, como se suelen denominar, los nidos de ametralladoras. Así mismo, había ciertas dudas acerca de la vulnerabilidad de estas posiciones, así que abrimos un paréntesis y dedicaré esta entrada a aclarar estas cuestiones, que conviene que no quede nada en el aire. Veamos pues...



Ante todo, hay que diferenciar entre las posiciones estáticas y las circunstanciales. Estas últimas, que podemos ver en la imagen de cabecera, eran la consecuencia de emplazar la máquina en cualquier sitio medianamente adecuado cuando se acompañaba a la infantería durante un avance. Es más que evidente que, en casos así, el emplazamiento es bastante visible si bien, como sugería el joven Gustavo, las llamaradas que salen por la boca de fuego no son visibles de día independientemente de que la ametralladora vaya provista de una bocacha apagallamas. Como es obvio, los servidores quedaban expuestos al fuego de fusilería del enemigo, así que, para protegerlos, se idearon unos escudos que se acoplaban sin problema a la máquina, en este caso una Maxim del ejército ruso.

Pero era en las posiciones estáticas donde las ametralladoras desplegaban todo su potencial ya que, bien protegidas y semiocultas para los observadores enemigos, había que recurrir a la artillería para poder silenciar una sola máquina la cual, antes de ser destruida, habría podido causar centenares de bajas. Así pues y para que podemos hacernos una clara idea de como eran este tipo de posiciones, veamos el croquis inferior en el que se explica con detalle:






Diversos tipos de metralleros.
El segundo por la derecha es el
famoso y eficaz 75 mm. francés
Ahí tenemos una hipotética posición situada al final de un corto pasillo perpendicular a la trinchera, unos metros por delante de la misma. Para disimular esta rudimentaria casamata se ha cavado el terreno y se ha fabricado un habitáculo cuadrangular al que se accede por una abertura en la parte trasera mediante unos escalones hechos con troncos o tablones. Todo el interior ha sido entibado para impedir derrumbes, y la parte frontal ha sido reforzada con sacos terreros. El techo se ha fabricado con tablones, troncos o chapa ondulada sobre los que se colocan más sacos terreros que, a su vez, han sido cubiertos con tierra para mimetizar la posición. Aunque parezca lo contrario, esta pequeña fortificación era capaz de resistir el fuego de mortero y el de los temibles schrapnells o metralleros que explotaban en el aire lanzando hacia abajo centenares de bolas de plomo. Solo un impacto directo de una granada de artillería podía destruir esa posición. En el detalle de la derecha tenemos una vista frontal de la misma y, como podemos apreciar, apenas sobresale del suelo por lo que sería visible solo cuando se estaba prácticamente encima de ella.



Estas casamatas permitían a los servidores realizar su mortífera misión de forma prácticamente impune. Solo un cañonazo o el héroe de turno que lograba acercarse tanto como para arrojar una granada de mano dentro podría acabar con ellos. En estos refugios podían almacenar toda la munición necesaria y mantenerse en seco durante los meses lluviosos en Flandes, que convertían las trincheras en canales fangosos totalmente anegados de agua. A la derecha podemos ver un diorama de una posición de este tipo usada por el ejército portugués durante la Gran Guerra. La máquina es una Vickers británica, la cual dispara a través de una angosta tronera que deja el espacio justo para el cañón del arma. 

Abajo tenemos otro tipo de posición más básico. A la izquierda tenemos un plano en sección de una trinchera en la que se ha emplazado una ametralladora en una posición semicircular protegida por sacos terreros. En este caso, como ya podemos suponer, los servidores estaban tan expuestos como sus camaradas de la infantería al fuego enemigo. La de la derecha es similar a la del diorama que hemos visto arriba: un parapeto semicircular de sacos terreros con una techumbre formada por troncos y varias capas de sacos apiladas encima de ellos. 





Lanzallamas alemán en acción
Aparte de su solidez, una fortificación de este tipo podía terminarse en un par de horas: el tiempo de llenar los sacos y colocar los troncos que, generalmente, eran transportados al frente ya cortados para entibar las trincheras. Si los observadores enemigos no lograban localizar el emplazamiento de estas casamatas no podían indicar a la artillería donde disparar, así que la infantería tenía que avanzar sabiendo que las posibilidades de alcanzar las trincheras eran mínimas. De ahí que se potenciara el uso de lanzallamas, de los que ya hablaremos en otra entrada, para tener algún medio de expulsar o aniquilar a los servidores de una ametralladora.



Como hemos visto, no era precisamente fácil localizar un emplazamiento. Perfectamente mimetizados, confundidos con el terreno, nada delatababa su presencia salvo lo que muestra la foto de la izquierda y que, en todo caso, solo sería posible de ver en caso de una posición abierta: el vapor que sale por el tubo de refrigerante por un recalentamiento, lo cual solía ocurrir cuando el tirador era inexperto y pretendía mantener fuego sostenido. Pero de eso ya hablaremos más adelante, cuando estudiemos algo sobre los servidores de las unidades de ametralladoras. 

Bueno, supongo que con lo explicado habrá quedado claro este tema. Con todo, si alguien sigue teniendo dudas pues que lo diga o que calle para siempre. Ya seguiremos.

Hale, he dicho...


Posición del ejército turco en Gallípoli. En la imagen se ven tres oficiales alemanes que actúan como asesores.