viernes, 21 de marzo de 2014

¿Dónde está el tesoro de los "buenos hombres"?




En el imaginario popular, las leyendas de tesoros ocultos han despertado siempre una fascinación absoluta. De hecho, ¿quién no sueña o ha soñado alguna vez con encontrar un cofre mohoso hasta arriba de monedas de oro y piedras preciosas? Yo, debo reconocerlo, lo sueño a diario en forma de Primitiva suntuosa. Soy más pragmático y prefiero los billetes de curso legal antes de tanto oro que tendría que tomarme la molestia de vender.

Un "perfecto" cátaro en plena predicación
En cualquier caso, no creo que haya un solo castillo o palacio o incluso casa solariega que no tenga su tesoro oculto y, como está mandado, los cátaros estos que llevan ya ocupadas varias entradas también, faltaría más. Pero algunos se dirán que cómo es posible que una gente que predicaba la vida austera y, de hecho, la practicaban a rajatabla, podrían ser poseedores de un tesoro. Bueno, hay diversas teorías las cuales veremos en esta entrada. Pero las crean o no vuecedes, recuerden una cosa: cuando el río suena, agua lleva, jeje... Bueno, vamos al grano.

La leyenda del tesoro cátaro surgió durante el asedio que sufrió el castillo de Montségur a manos de las tropas reales entre 1243 y 1244. Conviene aclarar que esta fortaleza, a pesar de no ser precisamente la mejor defendible de las que estaban bajo la órbita de la nobleza cátara, gozó siempre de gran predicamento entre los miembros de esta secta, siendo incluso lugar de retiro de muchos de sus miembros más relevantes y hasta de última morada de los mismos, que acudían allí a morir y ser enterrados. Al parecer, y según han podido contrastar estudiosos del tema cátaro, Montségur era una especie de templo solar cuya morfología se adaptaba a los puntos por donde salía el sol en los solsticios y equinoccios. En todo caso, y dejando aparte las posibles cuestiones esotéricas del lugar, la cuestión es que la leyenda, como digo, surgió allí.

Monolito conmemorativo de los mártires cátaros
quemados vivos en Montségur el 16 de marzo de 1244
El 28 de febrero de 1244 y tras una espolonada fallida, Pierre Roger de Mirepoix y Raymond de Péreille, jefes de la guarnición, deciden plantear una capitulación ante la que las tropas regias ofrecen unas condiciones bastante benévolas y entre las que figuraban la posibilidad de permanecer en el castillo durante una quincena más, tras la cual podrían abandonar la fortaleza con sus armas y bastimentos siempre y cuando renegaran de sus heréticas creencias. El plazo finalizaba pues el día 16 de marzo, tiempo que los cátaros aprovecharon para evacuar su hipotético tesoro. ¿Cómo ocurrió? Veamoslo...

Aparte de los 215 herejes que se negaron a abjurar y por ello fueron achicharrados vivos en la ladera del monte sobre el que se yergue Montségur una vez finiquitado el plazo de la capitulación, hubo una fuga de algunos de ellos con el único fin de poner a salvo sus tesoros, según testimoniaron varios herejes que salieron vivos de la quema en el posterior interrogatorio al que fueron sometidos por el Santo Oficio. Veamos las diferentes teorías y testimonios:

1. El plazo de 15 días fue aprovechado para poner a salvo reliquias de sus dirigentes más destacados que había ido a Montségur a morirse. Esto se pudo corroborar no hace muchos años ya que aparecieron en unas grutas tapiadas situadas en la ladera los restos de estos santones, como por ejemplo Guilhabert de Castres o Esclarmonde de Foix. A mi modo de ver, es evidente que escondieron los restos de estos herejes para impedir que fueran profanados por los cruzados, pero de ahí a considerarlos un tesoro, pues no sé, no sé...

Plano de Montségur
2. Unos meses antes de la rendición, concretamente en noviembre de 1243, los fundíbulos de las tropas del senescal del rey de Francia consiguieron llevar a cabo una aproximación que logró destruir una empalizada. Esto empezó a poner en serios aprietos a los sitiados, que veían como el cerco se estrecha de forma inexorable. Ante una situación así, el 25 de diciembre siguiente decidieron poner a salvo sus posesiones de lo cual se encargan dos bons homes: Pierre Bonnet y un tal Matheus, que abandonan el castillo cargados con el tesoro. Pasan el cerco sin problemas gracias a la ayuda que les prestaron algunos soldados de la hueste real que, naturales de la región, posiblemente fuesen simpatizantes de los cátaros. Según declaró a la inquisición de Carcassonne el hereje Imbert de Salas, el tesoro lo transportaron a una cueva fortificada (ya hablaremos en su día de esas curiosas fortificaciones) en las montañas de Sabarthés y propiedad de un noble cátaro: Pons-Arnaud de Castelverdun.

3. Según declaró otro hereje, Berenguer de Lavelanet, unos tales Amiel Ricart, Hugo, Pictavin y otro hereje más se escondieron bajo tierra (quizás en una cisterna o cueva cercana) cuando los defensores se rindieron a la hueste real, tras lo cual huyeron de Montségur y se dirigieron a Caussou, de allí a Prades y, finalmente, al castillo de So donde se reunieron con el anteriormente mencionado hereje Matheus.

4. Arnaud Roger de Mirepoix, hermano del caudillo de la fortaleza, contó una historia lejanamente parecida, y es que fue su mismo hermano, Pierre Roger de Mirepoix, el que ayudó a escapar a Amiel Ricart, y a Hugo, pero que solo escaparon esos dos, y que escondieron el tesoro en un bosque, en un paraje cuyo nombre solo ellos conocían. Arnaud hizo hincapié en que la fuga "...se hizo para que la Iglesia de los herejes no perdiese su tesoro". Cuando lograron ponerse a salvo, encendieron una gran hoguera en la cima del cercano monte Bidorta para que sus conmilitones supieran que habían culminado con éxito su misión y que el tesoro estaba a salvo.

5. También se afirmó que el tesoro monetario, o sea, el bueno de verdad,  ya había sido puesto a salvo según vimos en el supuesto nº 1, y que esta segunda evasión fue para evacuar tesoros de tipo espiritual como reliquias, libros y documentos sagrados.

Uno de los varios "verdaderos"
Griales que se veneran en Europa.
Este en concreto se encuentra en
Valencia
6. Otros estudiosos de la materia como Pedro Guirao, sugieren que el tesoro consistía en realidad en una serie de tratados secretos con fórmulas y conjuros para fortalecer el alma y eliminar el miedo a la muerte, especialmente a la muerte por el fuego. Será o no cierto, pero lo que sí es verdad es que los cátaros se enfrentaron multitud de veces a la pira sin el más mínimo temor y de forma voluntaria antes que abjurar de sus creencias.

y 7. El Grial de turno que jamás falta en estas historia de herejes. Y como acerca del Grial hay mil teorías en cuanto a qué es en realidad, pues lo dejamos en Grial a secas y que cada cual lo tome como tenga a bien. Otto Rhan se pateó aquello en 1929 en busca del dichoso Grial, pero como que no pudo ser.

Bueno, estas son las diferentes teorías acerca del famoso tesoro. Ahora, otra serie de cuestiones: ¿suponiendo que fuese, como parece ser más seguro, un tesoro material, para qué lo querían unos herejes que predicaban el ascetismo y despreciaban todo lo material?

1. Para su labor de proselitismo. Al fin y al cabo, por mucho que uno vaya de asceta por la vida hace falta dinero para moverse por el mundo a propagar sus ideas. 

2. Este dinero, proveniente en gran parte de donaciones de nobles herejes, fue usado durante los cincuenta años que duró la cruzada albigense para poder financiar la guerra. Por muchos herejes que hubiera, pocos serían diestros en el manejo de las armas y, por ello, tendrían que contratar mercenarios que lucharan por ellos. De hecho, hubo testimonios que afirmaban que el tesoro fue usado por Matheus para, a cambio de una cifra suntuaria, reclutar a 25 hombres de armas al mando de un caballero catalán para que acudieran como refuerzo a Montségur. Esta pequeña mesnada no llegó jamás a su destino, así que no sería raro pensar que, a la vista de como estaba el patio, se quedaron con la pasta y se largaron enhorabuena con las faltriqueras repletas de buenas monedas de oro.

3. Para la adquisición de animales para las labores del campo, así como para el mantenimiento de las fortalezas que les servían de refugio y demás cuestiones propias del mantenimiento de comunidades.

Cueva fortificada de Sabarthés
Y ahora, la pregunta del millón: según los testimonios reflejados en las actas inquisitoriales y las leyendas que se narran en la comarca ¿dónde puede estar el tesoro, si es que existe y no se lo gastaron en una juerga flamenca?

1. En la cueva fortificada de Bouan, el el departamento de Ariège, en el Pirineo Meridional.

2. En las cuevas fortificadas de Ussat y Ornolac, así como en las de la Ermite y Grand-Père, últimos reductos de los cátaros antes de su desaparición tras la caída del castillo de Quéribus.

3. El cualquier gruta de las que hay en la ladera de Montségur.

4. En la cueva fortificada de Sabarthés

5. En una gruta cercana al pueblo de Caussou, concretamente en el bosque de Basqui.

6. El "castillo de So" que señaló Berenguer de Lavelanet en su declaración y en el que, según muchos expertos en la materia, es donde más probabilidades hay de que se encuentre. Este castillo se ha traducido  por lo general como castillo de Usson, Ucio o Icio. Pero al oeste de Montségur hay un castrum de So que es en realidad el castillo de Montreal de Sos, en aquellos tiempos perteneciente a la corona de Aragón y cuyas ruinas aún existen.

Una gruta bajo Montségur
y 7. En el mismo Montségur, concretamente y según publicó Peyrat en 1880 " en el ángulo interior del sur, donde hay un orificio cuadrado semejante a un pozo y que está lleno de grava el cual llaman la Cisterna", el cual se aprecia en el plano colocado más arriba. Según parece, por la sonoridad del suelo da a entender que bajo el mismo hay una superficie hueca, unos subterráneos que posiblemente serían almacenes para las provisiones de la guarnición. Pero ojo, la morfología del castillo actual no es la misma que tenía en el siglo XIII, así que habrá que indagar un poco en ese aspecto. Por otro lado, Fernand Niel, otro estudioso sobre este tema, afirma que en realidad es una galería de escape que da a la ladera oeste de la montaña, donde el corte es vertical e imposible de invadir desde abajo.

Ah, y un detalle final. Berenguer de Lavelanet especificó durante su interrogatorio que el tesoro constaba de miles de monedas de oro y plata y de piedras preciosas, así que ya saben...

Patio de armas de Montségur
Bueno, si alguien se anima a buscarlo y da con el tesoro, le aceptaré de buen grado una modesta comisión del 50% por las pistas proporcionadas. El dinero es algo vil, pero asquerosamente necesario y más en los tiempos terribles que corren actualmente. Suerte a los buscadores.

Hale, he dicho