viernes, 12 de febrero de 2016

Monografías: el SCUTUM romano. Evolución 4


Bajorrelieve del cipo funerario de un tal
Lepontius, que sirvió en la LEGIO VIII
hacia el siglo IV d.C. Muestra un enorme
escudo circular al viejo estilo
A lo largo del siglo III de nuestra era, las cosas habían cambiado mucho en el otrora archipoderoso Imperio porque, en aquella época, ni era archipoderoso y, para colmo, sus invencibles legiones empezaron a ser de lo más "vencibles". Las reformas llevadas a cabo por el emperador Diocleciano no fueron ni mucho menos la medicina que el ejército necesitaba para recuperar la iniciativa que había gozado durante siglos, empezando por permitir que cualquiera pudiera alistarse aunque no fuera ciudadano. Obviamente, toda esta serie de circunstancias supuso que la calidad tanto de los combatientes como de su armamento sufrió una merma notable. Antes de seguir, conviene que vuecedes echen un vistazo en esta entrada para ponerse al corriente de como estaba el patio en aquellos tiempos. Sírvanse picar aquí

Así pues, los robustos escudos semi-cilíndricos fueron enviados al baúl de los recuerdos para retornar a añejas tipologías que, aunque menos sólidas, se ajustaban mejor a las nuevas tácticas de combate y, sobre todo, eran más baratos de producir. O sea, que el tradicional SCVTVM fue sustituido progresivamente por un CLIPEVS básicamente igual en su morfología a los que la caballería y los auxiliares llevaban utilizando desde hacía la torta de años. La cuestión es que se buscó sobre todo el abaratamiento del producto final recurriendo a técnicas constructivas que daban como resultado unos escudos que no hubieran resistido, y de hecho no resistieron, los bestiales tajos propinados por las grandes espadas de los pueblos germánicos o las hoces de los dacios, y que habrían sido partidos en dos con una falcata si bien por aquellos tiempos la población de la Hispania estaba ya tan mezclada con los romanos que solo quedaban del milenario acervo ibero nuestras dos principales "virtudes": el cainismo y la envidia.


Datado hacia mediados del siglo III, actualmente se conserva en la
Universidad de Yale, donde fue restaurado
Bueno, la cosa es que el postrero testimonio del ancestral escudo semi-cilíndrico lo podemos ver en la foto de la derecha. Se trata de la conocida pieza hallada en Dura-Europos (Siria), la cual fue construida siguiendo los parámetros de antaño. A la izquierda de la imagen vemos el escudo en el estado en que lo encontraron. En el centro, su aspecto tras ser cuidadosamente restaurado,  y a la derecha una reconstrucción moderna. Como vemos, su decoración no tiene nada que ver con las austeras alas o rayos de los legionarios de doscientos años antes y, de hecho, en un principio se pensó que se trataba de un ejemplar destinado a paradas o incluso como ofrenda. Sin embargo, los gustos estéticos de los parcos legionarios se habían orientalizado un tanto, y en aquella época pintaban sus escudos que parecían anuncios publicitarios.


A la izquierda vemos un escudo oval del tipo que empezó a convivir con los semi-cilíndricos durante el siglo III. En este caso no ha adoptado aún su sección plana, y conserva cierto grado de curvatura en todo su contorno según podemos observar en el detalle de la derecha. Va provisto de un umbo de bronce y está contorneado con piel cruda. La decoración se basa en el conocido símbolo que, según la leyenda, el mismo Jesucristo le sugirió para darle estopa a Majencio en el Puente del Mulvia en el año 312. Ya saben, el sueño en que Cristo le hizo saber acudiendo en persona aquello de que IN HOC SIGNO VINCES, con este signo vencerás. Y, ciertamente, venció, aunque colijo que fue gracias a su mejor estrategia durante la batalla. En el anverso lleva un pequeño soporte con capacidad para cinco PLUMBATÆ según las normas de la época.


La costumbre de decorar los escudos con motivos propios de cada unidad se extendió por todas las regiones del Imperio. Ya no bastaba con hacer constar el numero o el nombre de la legión en el anverso de los mismos, sino que se adoptó una simbología y unos colores exclusivos que, en realidad, no sirvieron para lograr una uniformidad a la antigua usanza. Ello era debido a que, a causa del nuevo sistema militar imperante, la reposición de las piezas dañadas en combate era muy compleja ya que, tras la batalla, las tropas no volvían a sus acantonamientos, sino a su casa. De ahí que muchos optaran por quedarse con el de algún difunto que, si pertenecía a otra unidad, llevaba una decoración diferente, la cual reformaría cuando tuviera tiempo, ganas, habilidad para ello o las tres cosas juntas. Esto lo sabemos gracias al NOTITIA DIGNITATVM, una compilación de los emblemas, rangos y el armamento de las legiones del Imperio Occidental y Oriental que, afortunadamente, llegó a la Edad Media y fue varias veces reproducida. En la ilustración superior podemos ver una página de una de las copias que se hicieron de dicha relación, la cual nos muestra que, en efecto, la decoración se convirtió en un detalle de importancia en las legiones de las postrimerías del Imperio.


A la derecha podemos ver una recreación de un CLIPEVS perteneciente a los CORNVTI IVNIORES, una legión auxiliar palatina que, al parecer, tuvo su origen en tiempos de Constantino y combatió en la batalla del Puente Milvio contra Majencio. Como vemos, su aspecto es el habitual en los CLIPEI de siempre. No obstante, en aquella época se cambió el sistema de agarre en este tipo de escudos según podemos ver en el detalle. La típica manija clavada en el reverso del escudo fue sustituida por un simple troquelado en los listones que conformaban la pieza. Curiosamente, estaba muy bien diseñado en el sentido de que la parte superior era curvada para dar buena cabida al dorso de la mano, mientras que la inferior era trapezoidal para permitir a los dedos un buen agarre. Por lo demás, aún conserva el cantoneado de bronce y los refuerzos traseros, elementos que por cierto ya tenían poca vida operativa por delante.


Un ejemplo del finiquito de esta serie de detalles que mejoraban tanto la capacidad defensiva del escudo como su calidad en general la tenemos en otro ejemplar hallado en Dura-Europos. Se trata de una pieza de unos 110 cm. de largo por 90 de ancho, de sección plana. En este escudo ya se había dejado atrás el cantoneado de bronce, que fue sustituido por uno de cuero crudo. Estaba fabricado con simples listones, por lo que era preciso añadirle los refuerzos metálicos que se ven en el reverso para darle un mínimo de solidez al conjunto, y por lo único que destaca este escudo es por la primorosa decoración que, al igual que su hermano semi-cilíndrico mencionado en primer lugar, dio inicialmente la impresión de que se trataba de una pieza destinada a usos especiales. Sin embargo, ya sabemos que era habitual esta postrera vena artística entre las legiones de la época. De sus detalles constructivos, así como de los demás escudos vistos en la monografía, hablaremos con detalle en la próxima entrada, así que un poco de paciencia, que ya queda menos.


En lo referente a los escudos de caballería seguían vigentes los mismos CLIPEI que llevaban siglos dando guerra. Sin embargo, hacia el siglo VI hay constancia de que las unidades de arqueros a caballo iban equipados con una PARMA para, en caso de verse envueltos en un combate cuerpo a cuerpo, tener algo con qué protegerse. Estos pequeños escudos carecían de manija ya que, al parecer, durante el combate lo llevaban embrazado por encima del codo, pegado al hombro para tener libre la mano que empuñaba el arco. Caso de verse obligados a usarlo, bastaba dejarlo resbalar por el mismo brazo hasta asir con la mano una de las correas. El diseño presentado pertenece a la SAGITTARII NERVII GALLICANI, y carece de umbo al no precisar del mismo ya que la PARMA en cuestión, como se ha dicho, no tiene la manija tradicional.


Como colofón, a la izquierda podemos ver una recreación del escudo de entrenamiento rectangular en uso hasta la desaparición de esta tipología. Está fabricado con el habitual entramado de ramas de sauce y con el anverso cubierto de gruesa piel de vacuno lo suficientemente resistente como para soportar las interminables sesiones de entrenamiento cotidiano. El agarre se efectuaba mediante una rudimentaria manija atada al entramado, y la piel está cosida con bramante para poder ser sustituida con facilidad en caso de rotura, lo que debía ser algo bastante frecuente a pesar de que los legionarios entrenaban con espadas de madera.


Conocido mosaico de Justiniano en la iglesia de San Vital, en Rávena.
A la izquierda se pueden ver los guardias del emperador provistos de
escudos ovalados con el SIGNVM. Aparte de eso, su aspecto ya no es
ni remotamente tan amenazador como los de sus colegas de antaño
Bueno, con esto concluimos. Hemos ido repasando todas las tipologías desde los inicios de estos aguerridos italianos hasta el colapso de su imperio, así que la última entrada estará dedicada, como ya se ha comentado, a los diferentes procesos de fabricación seguidos a lo largo del tiempo. Y como ya es muy tarde y tal, me piro.

Hale, he dicho

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